Uno
de los muchachos que corría de las balas sintió culpa o solo ganas de ayudar y
salio detrás del muro, observó que uno de los muchachos se tocaba el abdomen y
de esa zona supuraba sangre. Cristian decía -Una ambulancia, una ambulancia…
¡llama a una ambulancia¡-, El muchacho saco un celular del bolsillo
del pantalón, marco números y llamó desde su celular a emergencias, dio la
dirección y antes de desaparecer le aconsejo a Cristian apuntándole con el dedo
índice a Damian – Aprieta la herida de él para que no pierda
tanta sangre-.
La
ambulancia salía del hospital dispuesta a tardar aproximadamente diez minutos.
Cristian en el lugar del hecho apretaba el abdomen de Damian y le hablaba de
cualquier cosa para entretenerlo, mientras él pálido, no hacia otra cosa que
repetir -Voy a morir, voy a morir…-, Cristian le decía -Ya llega la
ambulancia- y le hablaba de futbol que a Damian lo apasionaba, pero
era inútil Damian no lo escuchaba, estaba muy preocupado por su vida.
Los enfermeros bajaron, examinaron a Damian, se dijeron -Herida de
bala, perdida de sangre-, bajaron la camilla de la parte trasera, lo
colocaron sobre ella, lo alzaron a la parte trasera de la ambulancia, le
colocaron un suero, y el enfermero que iba a ir cuidando al herido pidió a
Cristian que lo acompañara y apenas se puso en marcha la ambulancia lo
interrogó, le preguntó si tomaron alcohol, a lo cual la respuesta fue –Sí,…un
par de cervezas-, y vio con mala cara que el herido haya ingerido alcohol.
En el trayecto al hospital Cristian vio sonreír a Damian después de decir –Voy
a vivir-. Y así se tranquilizo, y esto junto al alcohol lo adormilo.
Cuando se despertó los ojos veían al cielo rasó, miro a los
costados paredes blancas y al incorporarse se dio cuenta que alguien
lo había recostado en un banco de la sala de espera del hospital, quiso saber
la hora y un reloj grande colgado en la pared se la mostró, eran las 07:23 de
la mañana, quería ver como estaba su amigo y preguntó por él puerta por puerta,
hasta que se topo con un doctor calvo de anteojos y cejas grises, este le dio
la noticia que Damian había muerto; él pidió verlo desesperadamente, el doctor
lo contuvo, trato de explicarle que no se pudo hacer mucho, perdió demasiada
sangre y cuando entró al quirófano casi no tenia presión arterial. Cristian al
recibir la fatal noticia como un retorcijón en el pecho y un remolino en el
estomago decía: -Quiero verlo, quiero verlo…, debe ser un error, se equivoco
de paciente-. El delirio y esperanza del error de Cristian no
arreglaba nada. El doctor con su disciplina le hizo entender que los padres son
los únicos autorizados a verlo y después de reconocer el cuerpo son los únicos
que tiene el derecho para retirarlo.
Continuará...
M.M. RAMITZEN
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