Quien me conoce sabe que no soy afín con
el periodista Jorge Lanata, me es necesario hacer esta aclaración porque hace
poco coincidí en una observación que hizo. Si si ya sé, no se rían, me imagino
lo preocupado que debe estar Lanata al saber que un sujeto del interior del
Chaco no es compatible con él. Pero quiero tomar su observación para describir
la sociedad Argentina y por ende sanbernardina.
Hace días atrás vi en televisión una
entrevista que le hacia Majul a Lanata en donde explicaba a modo de anécdota
algo que se da en la sociedad argentina. Lanata en una parte de la entrevista
decía “cuando subí a recibir el premio Martin Fierro por mi trabajo
periodístico, hubo 7 estúpidos que silbaron y 690 que no hicieron nada para
callar esos silbidos, ya sea diciéndoles
que quedaba mal o aplaudiendo para opacar el silbido. Entonces a mí me preocupan tanto esos 7
boludos se creen que pueden hacer cualquier cosa en cualquier lugar, como los
690 que se quedaron inmóviles, y lo peor de todo es que esos 600 son los que en
los pasillo me saludan, me palmean la espalda y felicitan porque yo saque a la
luz la corrupción del Kirchnerismo”.
Esto es muy común en nuestra inmediata
actualidad, todos saben dónde hay o hubo corrupción pero si se le habré un
micrófono o se le da un descargo en un portal digital nadie se anima hablar,
incluso si alguien se anima, de repente hasta desconocidos lo felicitan por el
valor que tuvo, pero cuando se lo amenaza o persigue (por lo dicho) de repente
ese valiente queda solo.
Por ejemplo si veinte tipos perjudican el
tránsito a 200 que viajan por trabajo, estudios o tramites, esos 200 se quejan
y los allegados de esos doscientos también, todos dicen que está mal, que el
derecho de uno termina en el del otro pero nadie se anima hacer pública esa
injusticia y si un trabajador que debe ir al campo o a dar clases fuera del
pueblo de repente los increpa diciéndoles que dejen trabajar al prójimo y que
si no lo dejan pasar, él igual lo hará; puede que lo agredan, rompan su
vehículo o vallan esos 20 a su casa y la quieran quemar, pero adivinen que…si,
ese tipo que se revelo y que todos los 200 y allegados le dijeron “que bien que
estuviste” de repente queda solo ante los veinte que lo vienen a linchar. ¿Entonces
en que sociedad estamos, en qué quedamos?
Estamos en la época donde todos se
quejan pero el que hace pública la injusticia de repente queda solo, queda solo
porque la mayoría opta en quedar bien con el poder de turno, con el
delincuente, con el patotero, con el dueño del circo, en vez de seguir el
sentido común y apoyar al ciudadano que realizo la queja o develo la
irregularidad.
Estamos en la época del “vamos a
manejarnos por privado”, “no le digas que yo te dije”, o del “que valor, que bien que estuviste”
pero después no te conoce. En estos tiempos son pocos los que se plantan de
cara frente a un micrófono o en una nota y revelan la corrupción.
por Mauro Martinez
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