Novela: Adoleces de Ausencia (Cap. 5)

Después del reconocimiento, el desconsuelo de los padres, la nebulosa asimilación de Cristian junto a las lagrimas y la narración de lo sucedido que le hizo a las preguntas de los padres, se retiró de la morgue, caminó por el típico pasillo frío y ausente de ruido del hospital, salio afuera, se encontraba en shock, enredado en un lío de sentimientos. Se sentó sobre las raíces de un pino y mientras la garganta ascendía y descendía y sus lágrimas se derramaban, en su cabeza pasaron sinfines de imágenes de la tragedia: el envase húmedo de la cerveza, ellos borrachos, la ayuda de Damian, corridas de dos jóvenes, tres rostros con barbas, revolver, tiros, mano envuelta de sangre, un llamado, sirenas, luces giratorias, la palabra aicnalubma, dos enfermeros uniformado de blanco, suero, sonrisa y la ultima imagen del cuerpo pálido sin vida.
Luego de esto en su cabeza se proyectó una película de los momentos que paso junto a su mejor amigo y lo siguió el llanto desconsolado porque no volvería a vivir esos momentos junto a él….
         Mientras que los padres de Damian retiraron el cuerpo de la morgue para velarlo en una funeraria local, decidieron esto para que sus amigos y compañeros de clase se despidan de él.
Los padres de Damian son oriundos del campo por eso el alquilaba en la ciudad y allá no tenia amigos solo un par de conocidos, toda su vida la hizo en la ciudad, por ello es que sus padres respetaron la memoria de su hijo e hicieron el funeral en la ciudad donde asistieron no solo compañeros y amigos también profesores y otros conocidos.
Lo que les llamo la atención a los padres de Damian entre el sabor agrio del dolor y las lágrimas fue una joven muchacha que lloraba acariciándole el rostro, lloraba más que los demás aun más que Cristian.
         Los padres de Cristian se enteraron  de la noticia mientras trabajaban. Fueron con urgencia a contener a su hijo y cuando lo encontraron no supieron como actuar, el instinto maternal improviso un abraso fuerte y contenedor creyendo que con eso solucionaría el estado y su padre dio un abraso y unas palabras de aliento, de aliento para él, vanas para Cristián.   
        El funeral duro 24 horas y sepultaron a Damian entre aplausos de estudiantes como despedida.
         Después de depositar las coronas de flores y las rosas, solo cuatro quedaron frente a la tumba de Damian, sus padres, Cristian y su novia que ahora seria eterna.
Cada uno prendió una vela, y cuando Cristian estaba por irse la madre de Damian lo alcanza y le dice: -Damian siempre te nombraba-, y luego le da un pedazo de metal en la mano y con los ojos lagrimosos le habla con dificultad –Es la bala que le sacaron… creo que la debes guardar-.    
_._._



 Cristian esta en su habitación zambullido en un poso depresivo, cargado de angustia y de pena, tiene en sus dedos la bala que le extrajeron a Damian y piensa en como los hechos y las decisiones desembocaron en la tragedia, tragedia para él, pero para quienes escapaban no, y detesta a la policía porque no pueden ubicar al asesino.
Cristian ha faltado a clases por el duelo y hoy porque las autoridades le dan un día de tolerancia. Hace media hora que despertó, esta en su cama y por el silencio aparentemente sus padres no están. No quiere navegar por Internet ni prender el televisor, nada le hace bien, se levanta de la cama y en la mesa del comedor una nota dice:       
Cristian Nos fuimos a trabajar si necesitas algo llámanos.
                       Mamá y papá.

         A Cristian le han medicado con rivotril. Observa el reloj y son las 17:39 se da cuenta que durmió mas de lo normal a lo que el cree que es porque no durmió en el funeral. Mira en sus manos y en la muñeca derecha del mismo brazo donde aprieta la bala se toca la pulsera que le regalo su ex novia que aun la quiere y le recae en la cabeza de que ella no ha asistido al funeral y tiene la intriga de ¿Dónde debe andar? Y ¿Qué es de su vida? y se pone cada vez más sensible a la ausencia de Damian y decide salir a despabilarse.
         Es de tarde en la ciudad, el sol dibuja amplias sombras y Cristian pisa esos grafitos de las viviendas y los árboles en una vereda. Toca el timbre en un negocio y compra velas; va camino al cementerio que se encuentra a dos kilómetros, no se transporta en motocicleta porque quiere caminar, tiene la cabeza atorada y teme un accidente.
De tanto caminar cortar camino y aparece en el cementerio, se persigna y procede entre las tumbas hacia la de Damian. En ella enciende la vela con la vela de otra tumba y mira la foto adherida al epitafio de la lapida y le habla a la imagen de Damian:

Damian cuando terminaras quinto año tenías pensado estudiar doctorado, eras responsable y muy bueno, ¿Por qué no me morí yo?, ¿Por qué la bala no dio en mi abdomen?


Cristian gira entre sus dedos el pedazo de metal que no lo ha soltado en todo el camino y se pregunta:

_ ¿Cuánto derecho tiene una bala como para quitar una vida?, es tan liviano el pedazo de metal y cuanto nos pesa a los seres humanos. Las armas no tiene otro fin mas que el de matar…
 ¿Cuántos proyectos se terminan con una bala?, se estancan en la soledad de un alquiler, se desasen en un cementerio… 
 ¿Cuántas vidas carga un arma?, cuantas…

Despidiéndose de Damian como si estuviera vivo se retira del cementerio y uno de sus tíos (hermano de papá) lo alza en el  vehículo y lo acerca hasta la puerta de casa.
         Esa noche Cristian no tomo los medicamentos para dormir, fingió hacerlo frente a sus padres, luego lo escupió en el baño.    

continuará............

M M Ramitzen

Comentarios