Novela: Adoleces de Ausencia (Cap. 6)

Es domingo y es el primer fin de semana que va a pasar sin su amigo, pero unos compañeros lo invitaron a una fiesta. Acepta reunirse con esos compañeros en un pool, juegan unas fichas, luego van a la casa de unos de ellos.
Cristian quiere interactuar con sus compañeros que viven en una casa mas o menos como la de él, que son de clase media y que tiene la misma educación, que consumen de los mismos medios de comunicación que él, pero piensan de muy diferente manera a la suya y entre tanto bla bla bla se da cuenta que tiene que cambiar, que lo que hace no lo dirige a ninguna parte y que le falta mucho para ser persona o tal vez solo le hace falta conectarse con ellos como lo hacia con Damian. Él ve que la vida no lo entiende y absorbe la dureza y la dificultad.
Mirando un árbol agitado por el viento ha decidido volver a su hogar, arrastrando sus ganas va cavilando sobre la charla y los episodios que le ocurrieron en el trascurso de la semana. Va al ritmo de sus lentos pasos y como todo trabajador puntual y aplicado, la noche ya ha caído, como siempre sin demoras. Va pisando un ripio y da un salto por encima de una cuneta para subir a una vereda de rústicos ladrillos.
En su cabeza aparecen episodios de la pelea con quien fuera su novia, la discusión con su padre, la muerte inoportuna de su amigo y sus malas calificaciones en el colegio. La mente procesa todo esto en sus archivos dándole el resultado de angustia. Cristian dobla la esquina, pasa por la plaza y entra a su barrio de pocas luces, los perros le ladran y las ausentes calles callan, patea un garrote en el patio de su casa, le cuesta abrir la puerta, la cual se ha hinchado con la humedad del otoño, después de lograr su cometido la cierra con llave. La mesa vacía con los platos apilados y sucios le ofrecen el panorama de que ya habían almorzado pero el sabe que su madre le guardo un plato de comida en el horno de la cocina. Él no tiene ganas de comer, se dirige a su habitación, cruza por la de sus padres oyendo ronquidos, se introduce empujando la puerta con el póster de Intoxicados, aprieta la llave para encender la lámpara, se sienta en la cama, se quita las zapatillas, mientras realiza este verbo observa que a los CDs de Pink Floyd y Los Tipitos que dejó desacomodados en la repisa, y se acuesta tapándose con unas suaves sabanas y un cálido acolchado, se siente mal, párese inestable como que han mutilado su alma, quizás necesita un confidente o alguien que le hable a modo de consejo o de aliento, no entiende lo que le esta pasando pero lo quiere eliminar de inmediato, o lo que quiere es solo hablar con un amigo que ya no esta y tal vez su única técnica para escapar de esto sea dormir.
Como no puede conciliar el sueño, toma la pastilla recetada y duerme.


 continuara...

M.M.Ramitezen

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