Novela: Adoleces de Ausencia (Cap. 8)

Dio con él después de varias preguntas y un laberinto de calles. Le compró dos porros sin saber el material que contenían esos cigarros, el compañero le advirtió que la mariguana era de segunda mano, a Cristian no le importo demasiado y le dio el dinero. Cuando se estaba retirando, el compañero le dijo: -cuando necesites mas estoy aquí- y le advirtió que al nombre de porro o faso lo remplace por  facturas-.
Al compañero de Cristian que lo apodaban Loquillo, en el mercado de la droga antes distribuía, en la jerga lo llaman camello y la cantidad de dinero que ganaba era mayor que la que obtiene ahora que solo localiza clientes para venderle mariguana y paco. De la cocaína y las pastillas se encarga otro muchacho. 
Cristian que ya había aprendido la técnica de fumar en el viaje de estudio escolar no le resultaría difícil caer bajo el efecto del humo. Se metió en una casa abandonada, no era antigua se encontraba en construcción, la casa era amplia y vacía. Se sentó sobre unos escombros y fumo el primer faso queriendo escapar de la vida que lo agobiaba. Quería salir de su estado.
¿La droga lo llamó?, ¿El fue hacia ella? O  ¿La existencia de ambos permitió el encuentro?
Fumó uno de los tres fasos y se perdió por poco tiempo, un rato después del efecto regreso a su hogar, se sentía raro, fue una nueva experiencia, lo comparo con el sexo.
Después de probar el porro alguien lo evocaba desde lo profundo de la memoria.
Cenó y jugo a los videojuegos en la computadora. Eso lo distrajo un poco, pero algo seguía llamándolo, un volver a probar, un impulso que brotaba, quería ese no se que agradable, quería otra dosis, quería volver a ese estado de excitación en el inconciente y el tenia con que satisfacer el llamado del ese monstruo.
Eran la 18:00. él se dirigía rumbo al colegio, sin embargo se desvío del rutinario camino donde por años ha gastado sus zapatillas y escogió otro camino muy distinto, la casa abandonada era el objetivo pero otro seria el destino. Antes de ocultarse en los ladrillos tuvo que esperar que los obreros terminen de trabajar, a las 19:00 culminada la hora.
Se retiraron todos y se metió en el sitio, lo invadió un olor a cemento fresco y allí fumo uno de los dos que le quedaban, consumió el porro y terminado el efecto se sintió mal y luego prendió el otro y lo empezó a pitar.  
El porro lo hizo viajar lejos a placeres que en su propia vida no podía crear, evadió la realidad pero solo por unos minutos, cuando regreso de donde nunca se fue, la inestabilidad sentimental aumento su volumen, la angustia fue extrema a tal punto de exprimir en el pecho dificultándole la respiración. Creía que moriría de tristeza y corrió a su casa.
Algunas personas lo miraban sin entender su actitud y quienes lo conocían quedaron desconcertados viendo su cara gesticulada en espanto. Llego a casa y tomó la pastilla para dormir. Con la pastilla no solucionaría las cosas pero dormir es la mejor forma de no estar en la realidad.
Mientras Cristian soñaba; desde un extremo de la ciudad en un barrio del sur Andrea lo extrañaba y lloraba abrasada a una almohada, se quitaba las lágrimas con los puños y volvían a recorrer el mentón.

Andrea, presa en su orgullo femenino, intentando superar un una infidelidad era ajena a lo que le sucedía a Cristian.     

......continuara....

M.M Ramitzen

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