Todos de alguna manera
deseamos, en algún momento de nuestra agitada vida, ser personas de bien, alguien a quien la sociedad identifique
como ejemplo de ciudadano, padre o madre de familia ejemplar, nadar en un
océano de dignidad y caminar lentamente por la senda de la realización
personal. He aquí algunos consejos que no pueden dejar de tenerse en cuenta a
la hora de aspirar a tan ansiado “status”:
profesor Fabian Mansilla en la Feria del Libro de Frentones |
·
Por
empezar debe andar bien vestido y limpio, vaya de que se lleven una mala imagen
de usted (si no tiene para comprar ropa adecuada y no tiene aljibe para juntar
agua es su problema);
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Debe
ser una persona dócil y tranquila, recibir las caricias sobre la cabeza como si
nos la diera nuestro abuelo más querido( si tenemos un perro faldero veremos
que se siente);
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Ser
agradecido y alabar esa ayuda, pues deberíamos ser muy desalmados si encima nos
pusiéramos a criticar (por más que esa ayuda sea parte de su trabajo y no una
condición con devolución a futuro);
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Mantengamos
siempre la sonrisa, por más que el viejo no tenga trabajo, que no haya remedios
para los niños enfermos, que en el ultimo bajón de luz se haya quemado la
heladera (total aquí estamos acostumbrados al calor), el aire y la televisión.
·
Entender,
sin derecho a cuestionamientos, que las
decisiones más importantes las deben tomar los mayores, los de más
experiencias, aquellos que conocen los entretelones del problema, pues saben
“gambetear” burócratas y aduladores. Ellos siempre tienen la palabra justa y la
“mano dispuesta”. No vaya a ser cosa que aparezca un pibe con ideas raras,
ambiciones “extremas” y mande tantos años de trabajo al “carajo”.
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El
tema de las necesidades es una materia a cumplir: siempre debemos necesitar
algo, vaya que queden sin trabajo los dadivosos de turno.
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Debemos
ser comprensivos cuando alguien nos viene con el chisme de que “fulano lo puso
a su hijo, a su hermano, a su tío, a mengano en tal o cual cargo”; eso es
realmente amor familiar, pensar en los que dignifican el apellido y la familia.
No seamos pesimistas y criticones, que así no se construye una sociedad.
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Y
cuando hablamos de prioridades no nos hagamos los Salomones: primero están los
intereses personales, luego los de la familia, después los de los amigos y si
llegara a sobrar algo los podemos repartir con la comunidad.
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Debemos
aprender que para que una sociedad sea progresista debe apostar a que el pueblo
se divierta como en un circo y sea feliz, no le falte el “pan” de cada día;
luego podría verse si se levanta algún monolito o cartel de quien los hace
feliz, y por si llegara a sobrar algo se podría pensar en la salud, la
educación o la cultura.
·
Aprendamos
a cerrar el pico que no somos pájaros cantores (y ya tenemos bastantes por
estos lares) y el bullicio avícola distrae a los que trabajan por una sociedad
equitativa y justa.
cumpliendo con estos
requisitos podremos aspirar a una sociedad más plena, distributiva y solidaria.
Por ahí algún despistado creerá que hacer esto sea humillarse un poco pero
¿quién no se ha humillado alguna vez? Aprendamos a hacer los deberes y a
respetar a los mayores, aun cuando algunas veces se equivoquen, pues son los
únicos que nos pueden llevar de las manos y hacernos cruzar la calle. Claro que
esto siempre y cuando estemos “calladitos” y nos “portemos” bien.
Fabián
Mancilla, profesor de Historia
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